Friday, July 28, 2006

La memoria de los errores



Ya lo anunciaban algunos intelectuales como Ortega y Gasset y lo demostraba científicamente Köler sobre la diferencia entre el chimpancé y el orangután con el ser humano. Rigurosamente hablando, no se diferencian por lo creemos llamar inteligencia, sino por la capacidad de memoria que tienen. Estos animales cada mañana no recuerdan lo que vivieron el día anterior, y su intelecto recae sobre un mínimo paraje de experiencias. Cada día tienen que empezar como si fuera uno casi nuevo, como si antes no hubiese habido ninguno otro. Por el contrario el hombre nunca empieza desde cero, puede recordar. Tiene la virtud de poder acumular su pasado y sacarle provecho. Poder recordar los errores constituye en un bagaje de experiencias que bien utilizado puede ser nuestro más grande tesoro. Nietzche ya definía al hombre superior como el ser “de la más larga memoria”.

Quizás Maquiavelo tenía razón. El decía que la historia de la humanidad se resumía en que todo es una constante repetición, porque el hombre siempre tiene las mismas pasiones. No aprender del pasado y romper con dicha continuidad es plagiar el comportamiento del orangután. El pasado debe constar precisamente porque ha pasado, porque sigue existiendo para nosotros. El pasado no esta ahí para que lo neguemos, sino para que lo integremos. Investigar para no voltear al mismo círculo es nuestro destino. El presente es la presencia del pasado y el pronto futuro.

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