Wednesday, July 26, 2006

La Palabra: Un Sacramento



Para mis colegas escritores...

Cada vez que imagino escribir, pienso en el lector que acertada o erróneamente someterá mis palabras a su meditación y a su crítica. Consciente de esta responsabilidad, he hecho todo lo posible en no transmitir conceptos equivocados o escritos superfluos. Mi época, esta realidad humana que se acelera en velocidades vertiginosas, a veces se anticipa a formular juicios y reflexiones sin analizar su alcance. Es común que me encuentre con algún legado de algún escritor de otra parte del mundo que me deja una atmósfera irrespirable.

Está claro, no estoy muy convencida de mucho de lo que leo. Me importa, sin embargo, no entregar pensamientos con ilusiones injustificadas. El abuso de las palabras ha hecho que el lenguaje haya caído en desprestigio. Es ahora una costumbre de antaño por algunos intelectuales descarriados, de utilizar la palabra sin respeto ni precaución, sin entender que requiere una delicada administración.

Aquellos que tomamos conciencia al expresar lo que se piensa y al transmitir nuestras ideas (sin importar los estilos intelectuales y particulares vocaciones), obtenemos una sensación de cumplimiento al manifestarnos. ¿Pero es esto totalmente cierto? Hay una parte de mí que se siente paralizada. Lo que digo, resulta una operación mucho más ilusoria de lo que parece. Se piensa que por medio del lenguaje podremos expresar con suficiente adecuación todo lo que queremos decir. Pero el lenguaje no se compromete a tanto, cuando la conversación empieza a tomar temas más humanos, comienza a aumentar su imprecisión, su torpeza, su ilusión.

Creo que es muy difícil que el hombre se entienda con sus semejantes, estando condenado inevitablemente a la soledad. Sin embargo, nos esforzamos toda la vida por llegar al prójimo. Esto no constituye una debilidad, ni una fantasía, ni mucho menos propensión a un idealismo (contra el cuál he combatido toda mi vida), lo que me lleva a pensar así. Tan sólo creo que con estos innumerables esfuerzos logramos con mayor aproximación expresar las cosas que nos pasan dentro. Pero nada más que aproximación. Tantas veces, terminamos malentendiéndonos mucho más de que si nos quedáramos mudos, y tan sólo tratáramos de adivinarnos.

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